Autor: Carlos David Arcos Jácome
SINOPSIS:
La tecnología de los videojuegos está sirviendo de herramienta y catalizador de imaginación y destrezas de diseño para quienes tenemos como tarea generar propuestas de las ciudades del futuro. Por qué no unir fuerzas y mostrar todos aquellos proyectos teóricos a través de una representación digital. Es un tema aún en cuestionamiento, pero solamente tratándolo de una vez por todas, encontraremos las respuestas.
Tratar estos temas no es más que un paso hacia la utopía. Una vez que los límites entre el mundo físico y virtual se hayan vuelto difusos, ¿qué nos queda? ¿definiremos nuestras propias reglas para evitar excesos? ¿cómo podremos controlar el ilimitado mundo digital? ¿se advierte un peligro o una oportunidad vista por unos pocos? Las preguntas afloran, y las respuestas podrías encontrarlas tú.
CONTENIDO:
El título de esta entrega seguramente sorprenderá a mis allegados, pues no soy alguien a quien podrían relacionar con videojuegos. Sin embargo, el acto de reflexionar cuanto tema se cruce en mi camino, sin duda es una actividad bastante relacionada a mis tiempos libres. Antes de iniciar debo decir que los catalizadores de este tema han sido una sugerencia y un recuerdo. Para detallar la primera, adjunto una breve nota al final del artículo, y para detallar lo segundo, me sirvo de mi afición por la escritura a través de las siguientes líneas.
Desde muy niño, como buen amante de la arquitectura, las recomendaciones ligadas al tema, por parte de las personas más cercanas, siempre afloraron. Fue justamente así que un juego llegó a mis manos, a través de una frase que textualmente decía, “si te gusta la arquitectura, te gustará este juego”. Y sí, bastante razón tuvo aquel amigo, pues fue el primer juego que realmente me gustó.
Inicié mi partida en un escenario de arquitectura monumental, en donde el protagonista, un hombre de rostro parcialmente cubierto por una capucha, trepaba muros con gran destreza, luchaba contra caballeros templarios, carecía de vértigo, y los demás personajes del juego (entre ellos, el mismísimo Leonardo da Vinci) se dirigían a él como Ezio Auditore. Las calles por las que caminaba me eran familiares, las reconocía de libros y fotografías. No tardé mucho en reconocer que se trataba de arquitectura renacentista italiana. Entendí finalmente que se trataba de la ciudad de Florencia del siglo XV. Con un ímpetu principalmente motivado por mi amor a la arquitectura más que por mi deseo de seguir jugando, apresuré el paso de mi personaje y descubrí la majestuosa Catedral de Santa María del Fiore. Allí estaba, frente a mis ojos, la revolucionaria cúpula de Filippo Brunelleschi, o más bien, su réplica digital. Creo que, a partir de este primer grato encuentro, lo que vino después es predecible. Decenas de horas ocupadas en lo que sería el único juego que logré acabar en mi vida. Sin duda, esto representa un valioso recuerdo de mi infancia. Y no ha sido hasta estos días que las circunstancias de la vida lo han puesto sobre la mesa nuevamente.
Después de muchos años, y ya habiendo superado mi ligero lapsus de adicción hacia un videojuego, soy consciente de que este tuvo múltiples entregas posteriores, y sus representaciones arquitectónicas resultaban cada vez más asombrosas. Fue así como, inducido por mi curiosidad, la gratitud de un encuentro valioso, y el nunca faltante amor por la arquitectura, indagué más en el mundo de los videojuegos y la arquitectura. Actividad que me llevó más de una agradable sorpresa. Las cuales no vinieron solas, sino que estuvieron acompañadas de múltiples reflexiones que describo a continuación, con el afán de transmitir mis sentires a quien aquí lee.
Ubisoft, la empresa encargada del desarrollo de este videojuego es un ícono en la industria, a causa de su rigurosa labor al momento de realizar reproducciones históricas de arquitectura del pasado. Tal es su interés por el detalle que, para la realización de Assasins Creed II, contaron con la participación de profesionales expertos en el tema, entre los cuales destaca la arquitecta colombiana María Eliza Navarro. Los detalles ornamentales de las edificaciones principales habían sido minuciosamente estudiados y replicados, así como la apariencia de las casas de la época. De esta manera posibilitaron “habitar” el renacimiento italiano a quienes tuvimos la valiosa oportunidad de controlar aquel memorable personaje.
Ediciones posteriores del juego incluyen importantes ciudades históricas como: Atenas, Egipto, París, entre otros. Este último, cuya réplica digital de la Catedral de Notre Dame, fue fuente de información para su restauración, posterior al incendio del año 2019. Así de minuciosamente detallado y trascendental resultó el trabajo realizado por Ubisoft. Pero este no ha sido su único aporte, puesto que para su edición Orígenes, en donde la ciudad de Egipto es el escenario del juego, se desarrolló adicionalmente una variante especial para ser utilizada como herramienta de docencia. Es decir, la empresa brinda la oportunidad de conocer a detalle las pirámides de Giza a través de su meticulosa representación digital. Lo cual lleva a reflexionar algo importante; es posible aprovechar el impecable trabajo de los desarrolladores de un videojuego para ilustrar a la sociedad de un modo sin precedentes. Pero más allá de lo netamente educacional, no representa acaso este avance tecnológico la oportunidad para conocer lugares a los que no solamente no podrías acceder a visitar fácilmente, por razones económicas y de tiempo, sino también porque que hoy podrían encontrarse en estado de ruina o simplemente dejaron de existir. Esta valiosa oportunidad de conocer lugares inaccesibles o inexistentes gracias a un juego, lo transforma en más que solo eso, pues se trata también de una herramienta de enseñanza de la arquitectura más importante de nuestra historia.
Ante esta realidad de la que fui ciego tanto tiempo, resulta razonable la consideración que tantos tienen hacia los videojuegos como el octavo arte, debido a sus características estéticas que actualmente provocan más de un rostro de asombro. Un arte que le quita a la arquitectura la exclusividad de ser el único que permite ser recorrido por quienes la desean admirar. Y no solo eso, sino que la facilita por medio de la sencilla compra de una consola y los implementos adecuados para potenciar la experiencia. Así también, en el mundo de los videojuegos son muchos los ejemplos que abordan la arquitectura de una manera directa. Algunos de ellos son: Age of Empires, Sim City, Monument Valley (inspirado en las ilustraciones imposibles de M.C. Escher), Calvino Noir (sección arquitectónica como escenario), etc. Pero hoy prefiero alejarme de la profundización del hecho estético de este arte y sus mejores exponentes, para fantasear sobre lo que representan estos videojuegos, entendiéndolos a profundidad.
En estos tiempos de aislamiento en los que solo podemos vernos a través de una pantalla, quizá nos relacionaríamos de una mejor manera a través de una plataforma o consola en la que el contacto podría ser al menos simbólico. Este fue el caso de estudiantes de la UC Berkeley que replicaron parte de su campus dentro del famoso juego Minecraft y renombraron a su universidad como “Blockeley”, con la finalidad de asistir a una graduación digital simbólica junto a sus amigos, o bueno, al menos una representación de ellos. Son hechos que hacen volar la imaginación ante un posible futuro en el que el virus nunca se va, ¿qué nos quedaría por hacer? ¿cómo nos acercaríamos a nuestros seres amados? ¿cómo visitaríamos aquellos lugares en los que ya no podemos estar físicamente y tanto extrañamos? Hoy por hoy, los videojuegos, son si no la única alternativa, al menos la de mayor potencial de inmersión hacia una realidad en la que las circunstancias físicas nos impiden estar cerca.
Hemos pasado de la creación de un laberinto básico en donde un ser amarillo de geometría circular incompleta se comía a una suerte de fantasmas gracias al poder de una fruta aleatoria. Hasta la actualidad en la que podemos construir ciudades enteras dando órdenes a través de un control. Lo que nos lleva a cuestionarnos sobre la aplicación de nuestros saberes. Es decir, si es que nos hemos formado para construir ciudades, ¿por qué no demostrar nuestras destrezas en el mundo digital? ¿podríamos prever las consecuencias de cómo una ciudad funcionaría? Seguramente este mismo cuestionamiento fue una de las motivaciones para YOU+PEA, quienes crearon el masterado de ciudades digitales en la emblemática escuela de arquitectura de Bartlett, considerada actualmente como una de las mejores facultades de arquitectura del mundo.
La tecnología de los videojuegos está sirviendo de potenciador de imaginación y destrezas de diseño para quienes tenemos como tarea generar propuestas para las ciudades del futuro. Por qué no unir fuerzas y mostrar todos aquellos proyectos teóricos a través de una representación digital, ¿no estamos ya haciendo algo similar al realizar un render? Existe un potencial tremendo en los videojuegos que, como arquitectos, pocos han visto. La oportunidad de comprobar nuestros cálculos y diseños sin correr el riesgo de causar terribles pérdidas en el proceso. Aún queda mucho para que el espacio virtual y físico se fundan. Pero quizá en un futuro no muy lejano podrías ser precisamente tú, quien trate los temas incómodos de esta fusión físico digital del mundo, y rompa los paradigmas de una humanidad que cada día depende más de la tecnología. El espacio virtual poco a poco, con el paso del tiempo se está convirtiendo en la lógica del mundo físico, de la arquitectura misma.
Sin duda la adaptación del ser humano hacia la tecnología, en estos días ha sido intensa, una adaptación que habría tomado años hoy no ha tomado más que meses. Debemos aprovechar esto y empezar a trabajar en un mundo donde lo digital se funde finalmente con lo real. Y en este aspecto existen muchos matices éticos que se podrían discutir. Muchas preguntas se colocan sobre la mesa ¿hasta qué punto esta fusión es recomendable? El dilema de la tecnología no es algo exclusivo del ámbito aquí expuesto. Prueba de ello son las arduas conversaciones filosóficas de los equipos dedicados a trabajar con inteligencia artificial.
Es un tema aún en cuestionamiento, pero solamente tratándolo de una vez por todas, encontraremos las respuestas. Es necesario, ya que, si bien estos niveles de tecnología son poco accesibles para toda la sociedad, hace 10 años, se pensaba lo mismo del celular. Hoy en día nos encontramos dominados por este objeto que hace mucho que dejó de servir solamente para hacer llamadas, pero seguimos denominándolo “teléfono” por simple costumbre. Quizá en dicho caso, hizo falta realizarnos las preguntas adecuadas, cuando aún estábamos a tiempo de controlar los altos niveles de adicción que este produce.
El abordaje del tema no es más que un paso hacia la utopía, concepto ya tratado en la entrega del mismo nombre, en la que quedó claro que esta debía ser entendida como la base de toda renovación social. Una vez que los límites entre el mundo físico y virtual se hayan vuelto difusos, ¿qué nos queda? ¿definiremos nuestras propias reglas para evitar excesos? ¿cómo podremos controlar el ilimitado mundo digital? ¿se advierte un peligro o una oportunidad de evolución? Las preguntas no dejan de surgir, y sus respuestas fundamentales podrías encontrarlas tú.
Nota: Este tema ha sido abordado gracias a las sugerencias brindadas por varios colegas en mi cuenta de Instagram. Si te gustaría que abordemos un tema en colaboración, puedes escribir en mi cuenta @carlos.d.arcos, o abajo en los comentarios.