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UTOPÍAS PT2: PROTOPÍA COMO ALTERNATIVA DE PROGRESO DISCIPLINAR

Actualizado: 4 nov 2020

Autor: Carlos Arcos Jácome SINOPSIS: El presente artículo retoma el concepto de utopía para ponerlo en crisis y transformarlo a uno más adaptado a la época. Se parte del entendimiento de su carácter contestatario, crítico y, en algunos casos, radical, que permite cuestionar si realmente es un modo adecuado para contribuir al progreso de la profesión. Lo cual, tras una reflexión acerca de sus implicancias se puede notar que su enfoque es potencialmente excluyente.

Por tanto, se señala que quizá una manera más ajustada a nuestra época para plantear ideas para el futuro, ya no puede ser el entendimiento tradicional del concepto, sino uno más contemporáneo, la protopía. Propuesta que no desconoce la diversidad social ni ignora los cambios que podrían presentarse durante el desarrollo. De esta manera, es posible que, al tiempo que la protopía se desarrolla, esta pueda ser criticada y enmendada según se requiera, prescindiendo de la frecuente lógica de revolución a cambio de una lógica de transformación.

CONTENDO:

Finalmente, bajo petición, retomaré un tema precedente: “Utopías Pt1: Los sueños de la arquitectura”. En aquel entonces se abordó el concepto de la utopía desde un punto de vista alejado de la tradicional improbabilidad de realización que implícitamente se le atañe. Por medio de varios proyectos ideados por arquitectos relativamente recientes se dio a entender que expandir ilimitadamente la imaginación no era exclusivo de los grandes maestros del pasado, sino que más bien era tarea de todos, pues “solo los utópicos pueden tener esperanzas, solo los utópicos pueden tener futuro; solo los utópicos pueden ser profetas”. Sin embargo, debo declarar que si existen diferencias entre los pensamientos utópicos de los grandes maestros y los expuestos en el artículo en cuestión.

Las bóvedas de Arcosanti a la luz de la tarde. Fotografía de Ivan Pintar.

Si observamos las propuestas utópicas de Frank Lloyd Wright, Constant Nieuwenhuys, Yona Friedman, Lebbeus Woods, Archigram, entre otros, notaremos que se trata de ideas muy avanzadas para su tiempo. Y aunque las innovaciones del presente ya han materializado total o parcialmente algunas de ellas —o al menos las hacen lucir como proyectos factibles—, si las contextualizamos en sus respectivas épocas, quedará claro que franqueaban los límites de lo imaginable para la tecnología vigente. Pero, más allá de su carácter visionario, lo realmente relevante era su carácter contestatario, crítico y, en algunos casos, incluso radical.

Basta indagar más allá de las representaciones gráficas para comprender las reales intenciones detrás de cada propuesta utópica. Un caso ejemplar es New Babylon, una ciudad para un futuro en el que las relaciones laborales, familiares y cívicas tradicionales eran alteradas, y se anteponían los modos de vida del homo ludens, un ser humano con libertad de determinar su tiempo y espacio para vivir, y que surgía en respuesta al contexto capitalista. Bajo un enfoque semejante, surgió Broadacre City y su propuesta en favor de la autosuficiencia, la producción local y la armonía con el medioambiente a través de bajos índices de densidad y una relación simbiótica entre lo artificial y lo natural, que se oponía a la lógica de las grandes ciudades industriales.

En la mayor parte de los casos, la propuesta utópica respondía con una idea radical que —según los autores— representaba la manera “adecuada” de hacer las cosas, en oposición a la forma “inadecuada” con la que se estaban haciendo. En consecuencia, tal nivel de polarización traía seguidores y detractores en cantidades semejantes


New Babylon. Proyecto de Constant Nieuwenhuys.

Entonces, si regresamos al presente y sometemos a un análisis similar las propuestas más contemporáneas —como las señaladas en el artículo precedente—, notaremos que estas funcionan de modo diferente. Ya que, si bien pueden también enfrentarse a procedimientos distintos e incluso opuestos, no los anulan totalmente, sino que toman lo bueno, enmiendan lo malo y direccionan los resultados hacia el fortalecimiento de la idea.


Proceso que da credibilidad al argumento de Chelsea Follet, quien cataloga al pensamiento utópico radical como uno de los obstáculos más determinantes para el progreso, puesto que, en lugar de reconocer los logros alcanzados por los sistemas que critican, los reducen a algo alejado del mundo ideal que ellos persiguen, al tiempo que desconocen y rechazan cualquier acierto posiblemente útil y compatible.


No es difícil creer que la utopía pudiese provocar tales inconvenientes, puesto que, si se reflexiona profundamente las implicancias del mismo, se puede notar que su enfoque es potencialmente excluyente. La creación de una utopía, necesariamente está atada a la subjetividad de un individuo o grupo de individuos, lo cual inmediatamente desconoce las opiniones de quienes no pertenecen o simplemente no comparten un pensamiento similar. Así que, ¿no hace eso posible que la utopía de unos sea totalmente contraria a la de otros? O, más grave, ¿no es acaso probable que el mundo ideal de unos sea la pesadilla de otros?

“La cuenca del Don”. Obra de Aleksandr Deineka. Catalogado como el pintor de la utopía comunista, debido al uso de sus obras como adoctrinamiento mediante la representación de una vida idílica para el proletariado.

Quizá la manera en la que actualmente se plantean ideas para el futuro, ya no caben dentro del concepto de utopía, sino en uno más contemporáneo: protopía. Este concepto acuñado por Kevin Kelly señala que el estado ideal para el ser humano es uno en el que el hoy es mejor que el ayer, aunque simplemente se haya progresado poco. De esta manera, la sociedad evoluciona con cambios que pueden ser imperceptibles en el día a día, pero que con el paso de los años, la mejora se hace notable. Esta propuesta, contraria al entendimiento común de utopía, no desconoce la diversidad social ni ignora los cambios que podrían presentarse durante el proceso.


Al tiempo que la protopía se desarrolla, esta pueda ser criticada y enmendada según se requiera, prescindiendo de la frecuente lógica de revolución a cambio de una lógica de transformación. De manera que la utopía puede mantenerse como aquello a lo que apuntamos con la consciencia de que debemos ponerlo en crisis y modificarlo según sea necesario. Lo cual se ajusta de mejor manera al entendimiento que Fernando Birri tiene del concepto, quien ante la pregunta de sus alumnos sobre su definición dijo: “La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar.” #hablemosdearquitectura #hablemosde #arquitectura #urbanismo #NewBabylon #Constant #Arcosanti #AleksandrDeineka #Utopia #Protopia #FernandoBirri #KevinKelly #ChelseaFollet #YonaFriedman #LebbeusWoods #Archigram #BroadacreCity

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