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FAMA O (INSERTE TERMINO QUE DESCRIBA “BUENA” ARQUITECTURA). ¿PROYECTOS HECHOS PARA INSTAGRAM?

Actualizado: 11 sept 2020

Autor: Carlos David Arcos Jácome


SINOPSIS ¿Hasta qué punto es recomendable obedecer a los caprichos que tenemos como arquitectos? Una pregunta que muchos debemos plantearnos antes de iniciar un proyecto.


A lo largo de la historia, un sinnúmero de edificaciones han surgido de aquella búsqueda compositiva dictada por el ego del arquitecto que, a la vez que es indiferente a las necesidades del cliente, también ignora las particularidades de su contexto. De esta manera, se da inicio a un comportamiento egoísta que malentiende la idea de concepto arquitectónico y provoca graves daños en la vida de los usuarios y de la ciudad en donde se emplaza.


¿Es este comportamiento el principio de los denominados Starchitects, cuyas cualidades proyectuales son capaces de producir escultóricos edificios, quebrar compañías y recibir demandas del estado? Da click para enterarte de uno de los tantos males del Siglo XX, y descubrir alternativas para producir arquitectura concebida por y para la gente.



CONTENIDO


LESS IS NOTHING (menos es nada), dijo Edith Farnsworth, compareciendo ante los jueces. Estas palabras seguramente retumbaron en su contraparte, el famoso arquitecto alemán precursor del estilo internacional a quien muchos erróneamente atribuyen la emblemática frase LESS IS MORE (menos es más). La cual resumía una forma de hacer arquitectura y que definió gran parte del movimiento moderno.


El arquitecto era acusado principalmente de haber excedido el presupuesto, de no haber considerado la amenaza de inundación, y de no haber tomado en cuenta el enorme gasto en calefacción ni la pérdida de privacidad que implicaría un espacio rodeado de grandes ventanales piso-techo. Todo esto en búsqueda de lograr esa composición estética anhelada que actualmente tantos profesionales de la arquitectura admiramos.


A causa de este sinnúmero de inconvenientes, Edith, propietaria y contratante del arquitecto, tomó decisiones sobre una vivienda que por derecho era suya y de nadie más; colocó cortinas que le brindarían un poco de comodidad a su diario vivir. Ante lo cual, las críticas de quienes idolatraban la vivienda no tardaron en llegar, desencadenando en afirmaciones tan superficiales como que la inconformidad de Edith se debía a una fallida relación pasada con el arquitecto.


Una de las últimas inundaciones en la casa Farnsworth. Fotografía de David Basulto. Tomado de “La casa Farnsworth se llovió” (https://www.plataformaarquitectura.cl/cl/02-10452/la-casa-farnsworth-se-llovio)

Ejemplos como este llevan a cuestionarse si el desarrollo de una obra arquitectónica debe obedecer a los sueños de su usuario o a los del arquitecto. Así que, para quienes se atreven a dudar de la primera e inclinarse por la segunda opción, resulta urgente la consideración de nuevos cuestionamientos: ¿vale más ser idolatrado por personas de tu disciplina que ser realmente útil para la sociedad? ¿hasta qué punto es aceptable dejarnos llevar por nuestras fantasías de Starchitect, a pesar de ser conscientes de que esto puede afectar la vida de muchas personas?


En búsqueda de contribuir a una respuesta adecuada para ambas preguntas, es oportuno indagar brevemente en episodios no tan lejanos a nuestra época. Se podría iniciar con el caso del arquitecto español Calatrava, actualmente odiado y amado por muchos, cuyos edificios escultóricos además de ser bellos hasta el cansancio, tienen la increíble capacidad de quebrar compañías y provocar demandas millonarias de parte de su propia ciudad de origen.


Pero, en cuestión a caprichos arquitectónicos, no hace falta transportarnos al otro lado del mundo, de hecho, nuestra región está repleta de este tipo de arquitectura. De este cúmulo de fantasiosas obras, es prioritario resaltar uno de los más controversiales a nivel local, la sede de la UNASUR ubicado en la Mitad del Mundo, Ecuador. Un edificio que, aparentemente, priorizó resolver un desafío ingenieril, en un lugar en donde urge resolver desafíos urbanos de gran escala, relacionados a su movilidad y crecimiento informal. Todo parece indicar que el arquitecto encargado consideró de vital importancia dar preferencia a la construcción de un volado de 50 metros que atraiga turistas, selfies, y portadas en revistas mediáticas.


Edificio sede de la UNASUR. Fotografía de Sebastián Crespo. (https://www.plataformaarquitectura.cl/cl/photographer/sebastian-crespo).

Todo esto, posiblemente, en pos de obedecer a un concepto solamente entendido por el arquitecto, y muy pocas veces comprendido por quienes se regalan unos minutos de ocio para atender a aquel decorativo discurso. Descripción que encaja en la mayor parte de las edificaciones cuyos arquitectos han malentendido a la arquitectura conceptual. De forma que consideran brillante y creativo tomar cualquier “palabra mágica” o forma seductora para construir arquitectura. Ante lo cual es menester recordar que, en muy superior número de ocasiones, la arquitectura no es un producto solo para arquitectos, sino para la gente.


Por ello, una de las cosas a tomar en cuenta es que no hay que relacionar arquitectura de calidad con arquitectura de portada de revistas influenciadas por factores ajenos al crecimiento de la profesión. Medios en los que se difunde el fachadismo y la captura de tomas deslumbrantes de edificaciones cuyas características dan credibilidad a opiniones como las del teórico Charles Jencks, quien afirma que: “el factor wow ha sustituido el verdadero debate y discusión”. De esta manera, se prioriza y enaltece arquitectura semejante a aquel “fuego artificial farsante, que es humo y quiere imitar a las estrellas” descrito por Francisco de Quevedo. Al mismo tiempo que se anula obras que parten del real sentido de la arquitectura, es decir: ser refugio concebido por y para sus habitantes/usuarios.


La arquitectura es permanencia, es espacio que resiste y se adapta al paso del tiempo. Mientras que los caprichos humanos son, entre tantas cosas más, cambiantes, frágiles e inestables ¿por qué partir de ellos y condenar a los usuarios a vivir décadas en un proyecto escultórico excesivamente idealizado por el arquitecto y un grupo de colegas?


Ciudad de las Artes y las Ciencias, Valencia. Fotografía de Liligo. (https://www.liligo.es/magazine-viajes/valencia-sumara-12-nuevas-rutas-la-proxima-primavera-78744.html)

Por otro lado, en igual nivel de importancia para la concepción de obras se encuentran sus consideraciones urbanas. Debido a que una edificación es un acto político para la ciudad, es decir que, al estar ubicada en la polis, se transforma inmediatamente en una posición política mostrada por el arquitecto y percibida por el resto de habitantes de la ciudad, a través de sus formas. Por lo tanto, tomar en cuenta las particularidades del contexto se vuelve un acto de responsabilidad y ética.


En suma, todo esto quiere decir que, al momento de iniciar un proyecto, se debe hallar un equilibrio de fuerzas en tres sentidos: lo que quiere el arquitecto, lo que quiere el cliente, y no menos importante, lo que conviene a la ciudad y, en consecuencia, al mundo.

Contrario a lo que parece, es importante aclarar que con esta suma de argumentos, no se busca mermar la imaginación del arquitecto. Todo lo contrario, el ejercicio creativo es necesario y debería potenciarse ampliamente. He ahí la importancia de la labor de la academia y el propósito de ciertos concursos de arquitectura que brindan la posibilidad de explotar las capacidades creativas de los involucrados a través de ejercicios proyectuales. Sin embargo, en este artículo se hace referencia principalmente a ejemplos dentro de uno de los procesos más importantes de la profesión, es decir, la ejecución de proyectos que formarán parte del mundo y, en consecuencia, influenciarán a miles de personas.


Artilugio innecesariamente complejo, Heath Robinson. Ilustración de William Heath Robinson. (https://thefunambulistdotnet.wordpress.com/2010/12/21/fine-arts-william-heath-robinsons-mechanical-apparatuses/)

Así pues, si se trata de depositar tu grano de arena en esta gran playa llamada ciudad, será mejor ser responsable. Nada más incómodo que caminar en la orilla del mar y lastimarte un pie debido a un pedazo de vidrio inoportuno dejado por algún poco responsable individuo. Asimismo, una edificación puede ser ese objeto hiriente pero deslumbrante que encandila a unos cuántos y afecta a otros tantos más que se relacionarán diariamente con esta.


Finalmente, vale introducir a Heath Robinson, un ilustrador cuyas capacidades de crear artilugios innecesariamente complicados y extravagantes lo llevó a ser parte del diccionario de inglés a principios del siglo XX. De forma que, cuando se requería describir un diseño ineficaz e inútilmente complejo, era válido señalar que aquel artilugio era un Heath-Robinson. De forma similar, podría catalogarse a una edificación que cumple de modo deficiente el objetivo principal para el que fue construida y, sin embargo, mantiene una excentricidad superflua que el arquitecto ha considerado fundamental para enaltecer su ego.


Así que, es momento de cuestionarte, ¿qué prefieres? ¿un habitante satisfecho y una ciudad convenientemente intervenida? O, ¿arriesgarte a recibir como descripción el irónico halago: “esta edificación sí que es un verdadero Heath-Robinson”?


Nota: Este tema ha sido abordado gracias a las sugerencias brindadas por varios colegas en mi cuenta de Instagram. Si te gustaría que abordemos un tema en colaboración, puedes escribir en mi cuenta @carlos.d.arcos, o abajo en los comentarios.

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