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EVOLUCIÓN POSTPANDEMIA: EL FUTURO INCIERTO DE LA CIUDAD

Actualizado: 11 jun 2020

by Carlos David Arcos Jácome

carlos794david@hotmail.com


SINOPSIS


Días difíciles dominan a la humanidad. La incertidumbre alimenta nuestra mente, el futuro se ve cada vez más incierto y en medio de tantos pensamientos intrusos, surgen cuestionamientos hacia nuestra vivienda y ciudad. Pues esto no es casualidad.


Las pandemias han puesto en evidencia problemas que siempre han estado presentes y no habíamos notado o voluntariamente ignorábamos. A pesar del desolador panorama, las pandemias también han resultado ser catalizadoras de cambios estructurales en las formas de hacer ciudad. ¿Está garantizado que el futuro de nuestras ciudades seguirá este mismo patrón identificado a lo largo de la historia? ¿Estamos haciendo algo en favor de generar cambios que mejoren la ciudad? Entérate en nuestra sexta entrega de la sección Arquitectura.



Días difíciles dominan a la humanidad. Vemos a través de distintos medios cómo la situación resulta cada vez más gris. La incertidumbre crece a medida que nuestros pensamientos escapan del presente hacia las preocupaciones y arrepentimientos del futuro y del pasado, respectivamente. Encerrados en nuestros hogares, poco a poco se nos caducan las sonrisas y llegan días en que ya no existe meme en redes que nos salve de terminar encerrados en nuestras mentes. De cualquier manera, resulta positivo lograr regalarte un poco de atención a ti mismo en un mundo que clama por robarla, pues solamente así, llegan las preguntas que tu propio ser urge responderse a sí mismo.


En medio de tantos pensamientos intrusos ¿has pensado en la manera en que tu ciudad ha enfrentado a la pandemia? ¿te has sentido “respaldado” por las características de tu ciudad? O, ¿te has sentido desfavorecido por sus defectos? Perfecto, perteneces a la mayor parte de la población, no estás solo. Y no, no es un asunto exclusivo de la presente crisis, tu ciudad probablemente no funciona desde hace décadas y no es hasta hoy que el tema es protagonista en medios de difusión. Las crisis tienen la capacidad de, irónicamente, sacar a la luz las problemáticas que siempre existieron. Sin darnos cuenta, o quizá ignorándolas a voluntad, vivimos en una ciudad que nos anula e individualiza. Salvo contadas excepciones, la ciudad aún resulta errática y perjudicial para quienes la habitamos.


El triunfo de la muerte. Pintura por Pieter Brueghel.

Lamentablemente, los pecados compartidos por las profesiones implicadas en el desarrollo de la ciudad, aún dejan rezagos en el presente. De todas formas, ha de ser un consuelo saber que en tiempos pasados la problemática fue peor y los errores que hoy son “simples” afecciones en nuestra calidad de vida, anteriormente llegaron a provocar muertes masivas. Vienen a mi mente aquellas impactantes pinturas dedicadas a la peste. Especialmente El triunfo de la muerte de Pieter Brueghel, en el que la enfermedad es representada en un ejército de calaveras que introducen a ricos y pobres en enormes ataúdes (oportunidad que la iglesia, aquella admirable institución siempre atenta, oportuna y pertinente, no desperdiciaba en su afán de demostrar que los pecados son los que nos llevan a esto 😉).


Estas muertes masivas realmente son consecuencia de la falta de preparación de nuestras ciudades para enfrentar a las plagas. Desafortunadamente, como especímenes amantes del aprendizaje forzado, hemos atendido los problemas una vez que estos ya han surgido y han atacado indiscriminadamente, es decir, estas crisis han sido la real motivación para la creación de instrumentos que permitieron evolucionar a nuestras ciudades. Tomando las palabras de Richard Sennet, “los problemas de salud pública fueron los que hicieron repensar la ciudad, porque las enfermedades afligían tanto a los ricos como a los pobres”. Desde siglos muy antiguos, la humanidad fue testigo de sus errores y posteriores correcciones. Enfrentamos el potencial peligro del polvo con mobiliario empotrado; detuvimos la reproducción de microbios por medio de superficies antimiasmáticas como baldosas y bronce; sellamos la propagación de gases venenosos cubriendo las calles con adoquín; y hasta tumbamos murallas que nos protegían de enemigos más simples, esperando que el paso del viento permitiera la ventilación de la ciudad. Para una explicación más lúdica, me sirvo del gran trabajo realizado por ILETRADA, fanzine independiente de arquitectura, conformado por estudiantes de la Universidad Central del Ecuador.


Ilustración realizada por ILETRADA (@iletrada_fanzine). Basado en el artículo “Coronavirus: cómo las pandemias modificaron la arquitectura y qué cambiará en nuestras ciudades después del covid-19” de Dalia Ventura, publicado en BBC News Mundo.

Al hablar de murallas derrocadas, sin duda el caso de Barcelona es uno de los más representativos. En 1844 las murallas cayeron para posteriormente encargar a Ildefonso Cerdá la reinvención de la ciudad. El ingeniero rompió los paradigmas establecidos, implementando el uso sistemático de criterios científicos, construyendo así lo que sería el primer plan urbano de la historia. De esta forma, se atribuyó la gobernanza de la ciudad a un proceso de evolución tecnológica, ignorando el lado político de la ciudad, en favor de lo que Aureli llamó “un paradigma gerencial basado en la economía de la casa/hogar”. Así logró Cerdá la transición de la Barcelona medieval a la Barcelona higiénica y funcional. Es indispensable mencionar que el mayor aporte de Cerdá no es necesariamente el mejoramiento de Barcelona, sino que se trató de la primera vez en la historia que el urbanismo se apoyaba en la objetividad únicamente permitida por la información estadística de la ciudad.


Vista aérea de las características manzanas del Plan Cerdá de Barcelona. Fuente: https://i.redd.it/jhy7yiu5xhq21.png

Es claro que las circunstancias de Cerdá eran distintas, puesto que obedecían a una época en que las ciudades contemporáneas estaban en proceso de concepción. Muy probablemente hoy sería difícil sino imposible renovar completamente una ciudad, pero no por ello los problemas que vivimos cada día desaparecerán por sí solos. Hechos como el encierro obligatorio en nuestros hogares nos han llevado a cuestionar las características de nuestra vivienda y constatar que definitivamente no son las más idóneas. Por eso, apoyado en el discurso optimista del momento, reitero que esta crisis puede ser la oportunidad de marcar un antes y un después en la concepción de la vivienda. La pandemia por el COVID-19, puede ser también catalizador de nuevos procesos de evolución para la ciudad.


Ahora que vemos que nuestra vivienda es nuestro lugar de trabajo, ocio y descanso, resulta obvio el espacio digitalmente reprogramable propuesto por Carlo Ratti, Director del MIT Senseable City Lab que, dentro de sus 10 innovaciones para la ciudad del futuro, lo describe como la utilización de espacios de manera multifuncional, siendo este el instrumento para que la superpoblación tenga cabida sin necesidad de modificar infraestructuras. Es decir, una ciudad que resuelva de manera eficiente el uso de las edificaciones, juntando diferentes funciones en cada una de ellas. Los argumentos de Manuel Gausa, acerca de una ciudad cuya visión a futuro exige la exploración de temas como el dinamismo, la diversidad, la interacción, la sostenibilidad, entre otros, también resultan hoy en día, pistas de esa necesaria evolución que definitivamente hubiese preparado a la ciudad de mejor manera para afrontar la pandemia. Sin embargo, como ya hemos visto, no es sino hasta cuando la crisis aparece, que los cambios de paradigmas llegan a ser realmente urgentes. Es así que, en este relativamente corto tiempo, han surgido propuestas que toman en cuenta las consideraciones de varios autores, incluidos los ya mencionados.


Es este el caso de Tirana Riverside, proyecto del estudio de Stefano Boeri en colaboración con el estudio albanés Son-Group, considerado actualmente, según Dezeen, como “el primer barrio diseñado para responder a las necesidades post-coronavirus”. Este consta de 29 hectáreas que serán urbanizadas para acoger a 12.000 personas. Autosuficiente y ecosostenible gracias a la generación de energía limpia, servicios públicos y alimentación. Diseño que según Boeri, es “…capaz de responder a las nuevas necesidades de la fase de pandemia posterior al COVID-19, así como cumplir con todos los requisitos de sostenibilidad requeridos por la crisis climática actual”. De esta forma, un barrio en donde se puede dormir, trabajar y proveerse de alimentos cultivados por los mismos habitantes, evitará los desplazamientos innecesarios y los grandes flujos de personas ocupando transportes masivos.


Volumetría digital de Tirana Riverside. Representación realizada por Stefano Boeri Architetti.

Ejemplos como este, son propuestos después de amplios estudios, sin embargo, esto no garantiza que vayan a realizarse exactamente como se lo propuso. De hecho, el mismo plan de Cerdá se vio duramente desvirtuado por los fines mercantiles de ciertos actores de la ciudad. En su momento, la especulación y la densificación provocó variaciones en el modelo. Así que, con estos antecedentes, resulta probable que los proyectos que definirán los nuevos paradigmas de la ciudad, sean una víctima más de los intereses del mercado. Mantenerse atentos es requisito indispensable, pues el hecho de que las empresas inmobiliarias se dediquen a construir viviendas, no quiere decir que son los encargados de dirigir el destino de nuestras ciudades. La vivienda no es tan solo un producto del mercado, es realmente un objeto que amerita cuestionamiento y mejoramiento constante.

Hoy más que nunca, para la mayor parte de habitantes de la ciudad, si es que no son todos, su vivienda resulta obsoleta, haciéndolos conscientes de aquel necesario cambio. A fin de cuentas, como mencionó David García, fundador de MAP Architects, “hasta que se logra encontrar un remedio a una epidemia, la única cura que existe es la arquitectura”.


Una arquitectura que no surge solamente de los arquitectos (fundamental acotación). Aldo Rossi señalaba hace más de 50 años, en su libro La Arquitectura de la ciudad, que la interdisciplinariedad es indispensable puesto que “…la ciudad y todo hecho urbano son por su naturaleza colectivos”, por lo tanto, deberán ser abordados como tal, desde la colectividad. Argumento también alimentado por Vicent Guallart, quien, de un modo más coloquial da un ejemplo de esto y denomina a la sociología como aquella disciplina que, gracias a su extenso conocimiento de la sociedad, escribe el “guion” de la película que el arquitecto urbanista producirá. Ellos son los expertos que pueden definir conceptos sobre los que se basan los proyectos que albergarán a la sociedad.


Adicionalmente a los esfuerzos de la interdisciplinariedad, es también tarea de todos exigir leyes que permitan el cambio y eviten que las lógicas desacertadas de siempre dominen la llamada “nueva normalidad”. Los paradigmas obsoletos de la ciudad no están grabados en piedra, no existen verdades absolutas. Y si la pandemia es el catalizador, la investigación es el instrumento para la generación de nuevos paradigmas. Cada época tienes sus propios conceptos según sus circunstancias y particularidades ¿qué esperamos para crear los conceptos que direccionarán nuestras ciudades en el futuro? En definitiva, los años próximos empiezan en este instante, la ciudad del mañana se debe pensar hoy.

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